El cronista gallego Rubén Moralejo Alcántara, nos recuerda en Tigres del Cuadrilátero, que el 13 de junio de 1969 se celebró en el Palacio de los Deportes de Madrid el campeonato de Europa de los ligeros entre el campeón Pedro Carrasco y el aspirante tinerfeño Miguel Velázquez.
El veterano periodista, asiduo libador de la fuente informativa que emana el archivo histórico personal de su alter ego boxístico Fabio Antonio Matilla Ameijeiras, comenta en su artículo que « pasado el tiempo se considera este enfrentamiento como la mejor pelea de todos los tiempos, de las celebradas en España, en cuanto a calidad técnica y continuos cambios de golpes, con dominio alterno en todos los asaltos manteniéndose la incertidumbre del resultado desde el gong inicial al gong final del decimoquinto asalto. Dos púgiles muy bien preparados que aplicaron sus estrategias y el repertorio particular de impactos, en disputado combate donde sin embargo ni se trabaron ni enredaron sus acciones, lo que hizo vibrar no solo a los partidarios de cada uno, sino a aficionados y periodistas allí presentes. Tanto a Carrasco como a Velázquez lo mejor de sus carreras estaría por venir, dado que el tinerfeño lograría ese cinturón europeo ante el magnífico Ken Buchanan, y unos años más tarde alcanzaría el título mundial. También Pedro Carrasco posteriormente libraría interesantes combates que le llevarían igualmente a ser campeón del mundo «.
Portada de la revista Boxeo que editaba la FEB correspondiente a julio de 1969. Del archivo personal del exboxeador y periodista de Vigo Fabio Antonio Matilla Ameijeiras.
Por mi parte, quiero participar en el recordatorio de esta importante efeméride aportando mi humilde grano de arena recordando parte de una reseña escrita hace algún tiempo desde mi teclado y que hace referencia a tan gran espectáculo boxístico acaecido un viernes de junio de hace 50 años, con lleno total de espectadores en el recinto madrileño en el que se libró tan singular lid. Esto que a continuación podéis leer, es parte de lo que escribí en junio de 2015.
Era el verano del 69, y el país se hallaba expectante y dividido entre dos de los mejores púgiles españoles de la historia que iban a protagonizar el mas celebre enfrentamiento cainita habido entre las antiguas 12 cuerdas de los cuadriláteros patrios.
En un rincón el campeón Carrasco con 75 combates 1 derrota y 42 ko y el todopoderoso Renzo Casadei en la esquina. En el rincón de enfrente el aspirante Velázquez con un inmaculado record de 33 combates y 14 ko y el inefable Pampito Rodríguez en su esquina. En el centro, designado juez-árbitro único por la FEB ( influenciada, a su vez, por el astuto Casadei que fue el único y enconado enemigo deportivo que el tinerfeño tuvo en el boxeo ) el catalán Fernando Perotti. El encuentro extraordinario, inolvidable, deportivo, épico, cargado del dramatismo indisoluble que acompaña todo combate de dos grandes boxeadores en los que confluyen técnica, agresividad y voluntad de victoria pasó a los anales como el mejor enfrentamiento de la historia entre dos púgiles hispanos. Y como era de esperar en todos los grandes grandes acontecimientos que se precien, la polémica también fue protagonista. El señor Perotti concedió un punto de ventaja para el campeón al final de los 15 asaltos y abrió el cauce de los ríos de tinta que discurrieron por las páginas de los periódicos nacionales durante los días posteriores al gran espectáculo. Del debate entre los aficionados de uno y otro boxeador no conozco el resultado.
Mi perspectiva: Carrasco no ganó ni perdió la lid, y la lección magistral de boxeo que impartió Velázquez hasta el noveno asalto, debería ser asignatura obligada en todos los gimnasio y escuelas de boxeo del mundo.
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