Después de la exitosa serie sobre las posibles expectativas del Boxeo, analizadas por los técnicos gallegos que tuvieron la gentileza de expresarse a través de boxeodemedianoche, me propongo empezar una serie de contactos con destacados boxeadores para interesarme en cuales son las esperanzas y temores que infieren en el ánimo de los competidores autonómicos. Agradecer de antemano la cortesía, a todos aquellos que me han prestado su tiempo y sus opiniones.
Pero antes quiero expresar mi opinión sobre el futuro inmediato del boxeo, del denominado Boxeo Olímpico. Mi creencia, que no mi esperanza, es más pesimista que la de la generalidad del mundo de los guantes. Más que pesimista, yo diría que apocaliptica. Aunque en lo fundamental, pero más optimista y mucho más comedido, coincide conmigo el reconocido árbitro José Manuel Vilas Carrillo.
El célebre físico británico Stephen Hawking predijo hace casi veinte años que un virus acabaría con la humanidad, y este que nos ha confinado y que sigue atacando el mundo, va camino de extinguir, sino a la población, sí a la forma de vida de parte de ella.
Una de esas partes sociales que corre más peligro de desaparición, es la práctica de los deportes de combate aficionados. Desde mi punto de vista, y es solo una opinión, de no mediar una efectiva vacuna a corto plazo que ponga freno a esta pandemia, el boxeo aficionado se extinguirá. Sin un remedio que garantice la seguridad de no caer contagiado durante los entrenamientos y competiciones de aquí a un año, el boxeo será desterrado de competiciones y olimpiadas, y por lo tanto, proscrito en la sociedad.
Es del todo imposible que existiendo el riesgo, lo hay y muy peligroso, de contagio se permita el entrenamiento con contacto, o la competición con rivales exhalando sudores y demás mucosidades en plena refriega. Y ante la ausencia de preparación, no es posible competición.
Controlar una velada de boxeo aficionado con plenas garantías de que no vaya a haber contagio se antoja imposible, económicamente, para el más audaz de los promotores. Ya puede ser el más romántico y filantrópico amante del boxeo, que nunca podría asumir la concentración durante los días de obligada cuarentena y pruebas previas, a la velada que se vaya a disputar. Además no creo que arriesgue la fabulosa cantidad que, en caso de que encontrara alguna, le exigirían las aseguradoras para garantizar las cuantiosas indemnizaciones y costas legales en las que se vería en el, más que probable, caso de contagio. Pero todo esto lo estoy opinando en el hipotético caso de que las autoridades sanitarias y deportivas lo permitiesen. Cosa totalmente imposible, hasta que no funcione con garantía un antídoto a esta pandemia.
Y ahí es donde radica mi atisbo de esperanza, en que aparezca una vacuna antes de las olimpiadas que tuvieron que postergar hasta el año 2021.En el caso de que no sea así, que los dioses del boxeo nos cojan confesados.