El pasado sábado día 19, se inauguró en el Santa Isabel compostelano la temporada boxística gallega 2022 con la disputa del II Torneo Boxeo Olímpico. El evento suscitado por Manuel Blanco concluyó con un éxito deportivo fenomenal, lo que da una idea del estimable nivel general que presentaron los protagonistas. Espero que el éxito económico haya sido, cuando menos, parejo al deportivo y anime a la organización de cara a futuros eventos.

Al respecto sobre la repercusión económica, quisiera destacar la presencia de alrededor de 90 seguidores de la Escuela de Boxeo Azteca Box que se desplazaron hasta el Santa Isabel con motivo del torneo compostelano. Este mismo gimnasio herculino, que funciona con el espíritu de una fraternidad boxística, ya había protagonizado otro acto de exaltación del boxeo el pasado noviembre al enviar una expedición de más de 30 Aztecas al hotel Bahía de Vigo con motivo de otro evento boxístico. Es de admirar el favor que presta al boxeo la filosofía impartida, sobre su entorno, por Luis Suárez y Andrés Valeiro. Rivalizar en la competición y colaborar con la organización, acelerará la recuperación. Ojalá cunda el ejemplo.

Con anterioridad a la pandemia hay constancia de actuaciones similares por parte del popular gimnasio coruñés Ludus Box Artabrum, que en distintas ocasiones, movilizaba a numerosos seguidores que se desplazaban hasta Arteixo, fletaban un autobús hasta las finales gallegas de Ribeira y enarbolaban pancartas en el Futbol Indoor Coruña con frases de apoyo para el equipo capitaneado por el carismático Eloy el Bengala.

Retomando el éxito deportivo, y sin desmerecer en absoluto al resto de competidores, quiero resaltar cuatro combates que destacaron por su brillantez. Uno de esos excelentes combates fue el protagonizado por Noé Blanco Picado, al que los numerosos seguidores herculinos no cesaron de animar durante la excelente justa boxística en la que se enfrentó al ídolo local Juan Miguel Sanmartín, quien con su valentía y pundonor colaboró, literalmente, a colocar el boche de oro al torneo compostelano junto con el Campeón Gallego de Promesas 2019, quien maravillando a propios y extraños, acaparó la decisión unánime del elenco arbitral. Con apenas una decena de lides boxísticas, el lucense reciclado a herculino, ya forma parte de la excelsa Élite del boxeo gallego,

Otro buen combate fue el que imprimieron sobre la lona santiaguesa el versátil boxeador Noé Rodríguez, pupilo de Rafa Gil, y el corajudo Cristian Teira del Boxing Club Padronés de Sergio Seco. El de Padrón, asentado en su madurez boxística aunque siempre fiel a su estilo combativo, planteó un pleito basado en el continuo ataque ante el púgil vigués. Sin embargo, fue el destacado boxeador olívico quien se fue adueñando de la puntuación del combate para anotarse un triunfo que acabó redondeando con un brillantísimo último asalto para enmarcar, durante el cual, el árbitro señor Touriño restó un punto al boxeador de Sergio Seco por bajar la cabeza.

La categoría Neoprofesional, tan en boga últimamente, reunió a las otras dos excepcionales lides que subieron los decibelios del Santa Isabel. En el primero, Alberto «Rayo» Rosales impartió una lección de estilo boxístico a distancia y la precisión de impacto con los guantes, engalanando su actuación con el dominio del golpeo hacia atrás, técnica que poseen pocos privilegiados. Su oponente del Thunder, Amancio Martínez, en algunos compases hizo gala de sus excelentes cualidades, aunque no fueron suficientes para evitar el triunfo y la excelente actuación de su colega del Club Deportivo Sagabox.

El otro destacado combate de la reunión santiaguesa lo protagonizaron Wilson Tavares del Turbo Box y Eneas Valverde del Flow Combat-The Boxer Club. Ambos contendientes, afloraron espíritus y estilos contrapuestos dentro de la versatilidad ortodoxa del boxeo. Filosofía amateur y boxeo de alta escuela clásica del joven Valverde, quien no pudo hallar opción al triunfo frente al innato espíritu profesional que insufla agresiva explosividad a la felina rapidez de Tavares. Victoria rotunda para la pantera caboverdiana afincada en Orense.