Daniel Castro Covelo ( Arbo 1992 ), es una rara avis dentro del mundillo del boxeo, o sea, un pensador por cuenta propia. Analizando sus comentarios entre líneas, podemos descubrir su particular tendencia filosófica, quizá surgida del crisol en el que se fundieron las vivencias y culturas neerlandesas, austriacas o castizas, y también gallega, de este joven trotamundos.
Su ejemplar frase: «No soy muy resultadista, tengo disfrutado más de una derrota, que en alguna victoria«, se constituye como uno de los pensamientos poco comunes, casi diría que único, de los que trascienden entre las doce cuerdas.
Pero no solo se refleja, esta cualidad, en los comentarios del boxeador que entrena a caballo del Turbo Box y compite con las riendas del Club Deportivo Sagabox. Se observan más virtudes a través de sus respuestas.
La vida boxística desde que Castro Calvelo debutó en Ponteareas frente a un boxeador del Club Oporto, consta de 17 capítulos ( 13-4-0 ), y en cada uno de los renglones que adornan cada episodio se asoman autónomas sentencias, algunas, muy escasas en este mundillo del boxeo como la sinceridad «en la final me sentí a gusto y disfrute un montón del combate. Pero en el boxeo, como en todo, hay niveles. Mi rival fue superior boxísticamente, y aunque conecté algunas manos buenas, e incluso el segundo asalto creo haberlo ganado. . . el rival fue mejor, lo hizo mejor y me ganó. Tiene futuro José Bolela, ojalá algún día pueda presumir de haber peleado con él, Jajaja.«
También, quiere dejar constancia de la verdad, y no tiene reparos en corregir mi error de haber afirmado, que uno de sus últimos rivales había ganado un torneo internacional. «Mi rival no fue ganador, quedo plata en la Portimao Cup 2022 creo, el ganador fue un francés muy bueno. Esta de cuartos, era mi primera pelea contra un zurdo, un chico muy técnico con un boxeo muy entrenado y muy olímpico. Mejor boxeador que yo, pero tuve el gran acierto de conectarlo con manos duras y conseguir sacarlo de la pelea, en la que le hicieron una cuenta de protección«.
Llegar a la final de un torneo internacional de la raigambre y prestigio que acredita el Open de Braga, es un mérito que el discípulo de Rafa Gil atribuye a que cada día «tengo mejores sensaciones y disfruto más de lo que hago. En la semifinal me encontré bien, puntué más claro que mi rival, solo me cogió una mano mal posicionado y me hizo caer pero sin mayor problema, no sentí el golpe y no me afecto, creo que gané y así lo reconoció mi propio rival al final del combate. Tengo que destacar el buen estado físico con el que llegué al torneo, estando muy a gusto, peleando los tres días seguidos y acabando entero los combates«.
Cuatro de los apartados de su currículo pugilístico se dedican a enumerar las ( 4 ) derrotas, y en uno de ellos comenta que «la peor derrota fue aquella en la que me descalificaron por un choque de cabezas, no por la derrota en si, si no por el corte al rival, y por no haber podido finalizar el combate«.
El zurdo boxeador de Arbo no se plantea objetivos a plazo seguro, «que venga lo que tenga que venir. . . Un ambiente muy bueno con unos compañeros increíbles«. Confiesa que practica el Boxeo porque disfruta «y no tengo afán de llegar a nada, por eso los resultados son secundarios para mi. Aunque tras haber bajado de peso y categoría, una meta sería, como mucho, presentarme al gallego. Eso, si me siento en buenas condiciones, y si en mi equipo así lo consideran, claro«.
La nobleza y la lealtad forman parte de su ideario a la hora de destacar «mi agradecimiento a Manu Miguez, Iago Saco y a Lucía Piñeiro por su dedicación y ayuda en todo lo que les pido para cada preparación en el gimnasio que frecuento, el Turbo Box de Ourense«.
Y pone fin a la entrevista, apostillando: «Y por supuesto al más grande de los grandes. Al que hace todo por y para nosotros. Sencillamente . . . no hay palabras, don Rafael Gil«.