La cabecera hegemónica de la prensa gallega La Voz de Galicia rememora hoy, en la última página del cuadernillo de Deportes que publica cada lunes, la efeméride en la que el desaparecido boxeador gallego Felipe Rodriguez Piñeiro alcanzó por primera vez el título español del peso pesado.
En un excelente reportaje periodístico que ocupa cuatro columnas de la sección La Máquina del Tiempo que llevó a cabo el reconocido redactor Pablo Gómez, el centenario periódico gallego nos recuerda lo ocurrido el día 3 de junio de 1978 en el polideportivo municipal de Pontevedra de la mano de los exboxeadores Fabio Antonio Matilla y Fernando Castro. Al editor de boxeodemedianoche se le concedió el privilegio de colaborar con un articulo que dio fondo a la crónica publicada por el prestigioso medio gallego. A continuación reproducimos dicha crónica.
EL PRIMER ZARPAZO DE PANTERA / Pablo Gómez / La Voz
Vilaxoán alumbró a Felipe Rodríguez Piñeiro en 1953, pero fue el polideportivo municipal de Pontevedra, un cuarto de siglo más tarde, el que vio nacer la leyenda de Pantera, una de las eternas almas del boxeo gallego. El último campeón de España de los pesos pesados nacido en Galicia. El hombre al que Evangelista no pudo arrebatarle el cinturón nacional (el púgil que aguantó el tipo contra Ali lo intentó en dos ocasiones con idéntico resultado: combate nulo) se citó el 3 de junio de 1978 en la ciudad del Lérez con el tinerfeño Fermín Hernández (que llegó a ser cinco veces campeón de España aficionado).
Fernando Castro, exboxeador, exentrenador y expromotor de boxeo.
Tras dos aplazamientos, la velada generó tal expectación (acorde con el gran cariño que le profesaba el pugilismo y el público gallego a Pantera) que no cabía un alfiler alrededor del ring. «Aquello fue demasiado. Estaba allí todo Vilaxoán. Hasta había gente de pie entre las sillas», recuerda Fernando Castro Rey, que fue boxeador profesional, preparador y ex promotor de Pantera. Él ganó una de las subastas para organizar uno de los duelos contra Evangelista, pero aquel del 78 fue promovido por José Luis Martín Berrocal, padre de la presentadora Vicky Martín Berrocal.
Con Francisco Beltrán en la esquina, aquella noche Pantera dominó cada momento de la velada. Zanjó el combate en el cuarto asalto por K. O. técnico. «Fermín era un gran amateur, pero Pantera era muy fino, muy hábil, la gran sensación. Hizo lo que mejor sabía. Esos directos, esos brazos rectos. Fue muy superior, también en condición física», relata. Nadie temió en momento alguno que el título se escapase de Galicia. «Es que era Pantera. Salió a ganar desde el inicio. ‘Fermín es un gran boxeador, pero yo tenía muchas ganas’, me dijo tras la pelea. Nadie arrastró tanta gente como él. Nadie. Nunca», zanja.
Fabio Antonio Matilla exboxeador, exentrenador y cronista pugilístico, entre Velazquez y Carrrasco.
Lo corrobora punto por punto el vigués Fabio Antonio Matilla, ex boxeador y ex preparador y cronista pugilístico. «Aquel día le pregunté: ‘¿Cómo estás? ¿Animado?’. Y me contestó: ‘Esto está feito’», rememora. «Le faltaba impactar bien. Por lo demás, Pantera lo tenía todo. Y más que nada, mucha fe en sí mismo. Repartía tranquilidad a todo el mundo. Esa velada, un Nacional en su casa, era un premio para él», analiza.
«Antes de esa noche, se le veía pletórico entrenando en Vigo. Los que sabíamos de boxeo, también sabíamos que no podía perder. Aunque se generó incertidumbre fue un cotejo muy desigual. Vino gente de todos lados. Pantera ya era un ídolo de miedo. Fue una velada memorable», concluye.
Pantera Rodriguez.
Desde la esquina / Antonio Barral Fernández
EL BOXEADOR QUE CONSIGUIÓ REINAR . . . Y LO SIGUE HACIENDO
A la edad de veinticinco años Felipe Rodríguez Piñeiro se despertó en Pontevedra de un sueño que había iniciado en Vilaxoán unos años antes: reinar en el boxeo.
De dinastía le venía la querencia por el noble arte a aquel reacio aprendiz de marinero que arribó a las orillas del Ebro en Zaragoza, y más tarde a la ribera del Manzanares en Madrid. Su anhelo de curtirse con los guantes de cuero rellenos de crin, que su tío se enfundó entre mareas y atraques en la ría de Arousa, pronto surtió efecto.
Esos guantes se acostumbraron al ir y venir de los puños del contumaz Felipe sobre la anatomía de sus oponentes, consiguiendo que los técnicos boxísticos se percataran de su talento.
Consiguió ser campeón de España aficionado en dos ocasiones y formó parte del equipo nacional. Ávido de gloria, se pasó al campo profesional donde nunca boxeó en su peso natural: el crucero, porque, consciente de que más dinero y gloria otorgaba la máxima categoría, eligió hacer su carrera en el peso superior.
Y aquel día del año 1978, una sensación de euforia que parecía hacerle flotar sobre el aire, unido a la emoción de escuchar el estruendo de mil voces gritando su nombre, hizo que se despertara hallándose a hombros de unos admiradores que lo paseaban sobre el cuadrilátero de la ciudad que baña el río Lérez, aclamándole como nuevo campeón de España de una categoría sobre la que habían sentado sus reales los legendarios Paulino Uzcudun, Benito Canal o José Manuel Urtain.
Felipe Pantera Rodríguez había conseguido reinar y lo seguiría haciendo hasta el año 1987 en que, al igual que el sargento Daniel Dravot a quien Rudyar Kipling describió como «The man who would be king» («El hombre que pudo reinar»), se retiró llevando ceñida su corona.
Desde entonces, que yo recuerde, no conozco, ni he oído mencionar a ningún hombre que haya podido reinar en el peso pesado.
Antonio Barral Fernández es editor del blog boxeodemedianoche y exboxeador.
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